domingo, 15 de noviembre de 2009

Receta de cocina

-Por fin soy libre-pensó ella-. Mi amor, he envuelto con esmero todos mis dulces sentimientos hacia ti y te los regalo, surtidos, en esta preciosa caja.
-Es que soy diabético, petarda. Y los que edulcoras sin azúcar me sientan aún peor. Deberías saber que solo como carne.
-Está bien, querido mío, hoy tomaremos cerdo ibérico para cenar, el corazón de macho al ajillo sabe mejor. Se acercó al cajón de la cómoda, sacó la pistola y le disparó dos balas a bocajarro. Después fue a la cocina y sacó la sartén para preparar el sofrito.

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