jueves, 17 de diciembre de 2009

Latido

Ella pensaba en lo mucho que le apetecía salir a jugar a la calle con los otros niños, en su tren eléctrico,en sus pinturas, en sus juegos... Pero hoy nevaba y tenía que guardar cama por la fiebre. Pronto le traerían ese asqueroso jarabe de sabor amargo aunque le consolaba el hecho de poder elegir algo dulce después, para pasar el mal trago. Tendida sobre la cama miró hacia la ventana y se sorprendió al ver a Rosa y Luz, sus dos mejores amigas al otro lado, haciéndole muecas y golpeando contra el vidrio unos cuadernos garabateados en la vuelta al colegio, tras las vacaciones de Navidad . La niña enferma soltó una carcajada,hizo un ademán e inclinó levemente la cabeza para que entraran en casa; sin embargo ellas optaron por marcharse , tras dejar estampados un par de besos en el cristal. No importaba, pronto todo volvería a la normalidad y dejaría de toser. Les daría un par de collejas por maleducadas, eso. Luego seguirían riendo juntas y jugando, como siempre.

Ella continuaba con la mirada fija en la nevada, en el invierno y sonreía al sentir las caricias de un futuro cálido, intuyendo a cada parpadeo el latido de un corazón afín que se acercaba, unos pasos cada vez más próximos a su dormitorio. Se incorporó levemente y se miró en el espejo; los surcos de su piel de ochenta años le decían que alguien venía a abrazarla para siempre; el eco de su alma de diez lo repetía. Volvió a tumbarse, dejó de sentir miedo y cerró los ojos pensando en lo mucho que le apetecía salir a jugar a la calle, en su tren eléctrico, en sus pinturas...

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